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Mostrando entradas de 2013

"La adoración no es algo que se experimenta sino que es algo que hacemos..."

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Aunque provengo de una familia cristiana con trasfondo pentecostés, no soy el ejemplo más adecuado para un cristiano efusivo en las reuniones. Disculpen ministros de alabanza si no grito, levanto mis manos, salto o danzo cuando me lo piden desde la plataforma, muchas veces no “siento” necesidad de hacerlo y muchas otras, la gran mayoría, aunque dicen que es la forma de adorar, les desobedezco conscientemente y sin remordimiento. Perdón por no seguirles la corriente. Sin embargo, procuro reconocer que tengo un cuerpo y que adoro con él, extendiendo mi mano, inclinar la cabeza, eso lo aprendí en los libros de maestros como Henri Nouwen y Michel de Certeau. En fin.  El problema no es seguir la corriente, sino que los otros suponen que al no hacerlo no participo en la adoración, que al no gritar, saltar o llorar no adoro, o por lo menos no fervientemente. Sí experimento sentimientos al compartir con todos estos momentos de música pero pienso que son, la mayoría de las veces, m

Génesis de la gracia

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Desde siempre me gustan las grandes narrativas, tengo una fascinación por los macrorelatos con intenciones de omnisciencia que dejan de lado ningún detalle, por el contrario, los abarcan todos desde todas las perspectivas en una misma historia, al mismo tiempo. Esto puedo reconocerlo en mí desde una temprana edad,   cuando niño jugaba usando la mayoría de mis juguetes imaginando escenarios completos, una ciudad, una batalla, una rebelión, etc. Por supuesto, me gustaba tener el control de todos los personajes y sus situaciones, por lo regular cada muñeco tenía su propia historia y no la modificaba, solo cambiaba las situaciones donde se desenvolvía. Sin embargo, mi hermana, años más chica que yo, también deseaba participar del juego y no siempre era favorable para mí porque estropeaba el acomodo de los juguetes, les inventaba otra historia, los villanos eran buenos, los buenos malos y otros cambios similares. Su intervención destruía el mundo que esa tarde imaginé para divertirme

¿Qué saliste a ver?

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Hay una característica del Reino, ese término que parecería ambiguo pero que Jesús convirtió en el centro de su predicación “El tiempo se ha cumplido, el Reino de Dios se ha acercado, arrepiéntanse y crean el Evangelio”. El predicador de Galilea trastorna al mundo con su mensaje. El que quiere ser el mayor que sirva a los demás, los primeros serán los últimos, el maestro limpia los pies de los discípulos. ¿Qué saliste a ver? Hace tiempo leí el libro Adolescencia, posmodernidad y escuela secundaria . Los autores explicaban como en el pasado el estereotipo de éxito eran el hombre adulto que alcanzaba con el esfuerzo y trabajo sus metas. Sin embargo ahora el adolescente es está en la punta de la pirámide, todo gira en torno a ellos, la mercadotecnia los tiene como primer objetivo y modelo. Ser joven es la imagen deseable, una persona sexy, libre, saludable y atractiva, de tal forma que hombres y mujeres adultos “desean” ser como ellos. Eso me ayudó a entender por qué algunos padres

Al desierto se asiste por invitación

El desierto es un sitio de soledad y silencio a donde generalmente no se va por iniciativa propia sino por invitación de Dios. Estamos rodead@s de personas, pendientes, agenda, etc. que pocas veces permanecemos en silencio y soledad, incluso, podemos estar aturdidos o gritando en Internet aun cuando en un cuarto no haya otra persona. Al desierto se asiste por invitación y es difícil rechazarla, es cuestión de discernimiento para entenderse dentro de él. ¿Qué haré ahora? Henri Nouwen dice que en “la soledad puedo desmontar mi andamiaje: nada de amigos con quienes charlar, nada de llamadas telefónicas, nada de asistir a reuniones, nada de música ambiental, nada de literatura evasiva, sino tan sólo yo desnudo, vulnerable, débil, pecador, desposeído, roto, mi nada. Es precisamente esta nada lo que tengo que afrontar en mi soledad, una nada tan terrible que todo en mí clama por amigos, mi trabajo y mis distracciones, de modo que pueda olvidarla y convencerme de que valgo algo. Pero e

Sus manos

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* Nunca hay una señal de alarma si la responsabilidad radica en otra persona, invade tu cotidianidad sin avisar, la arrolla y con su fuerza la transforma, produce un cambio… ** Cuando hay consciencia del daño, pues semejante violencia no puede suceder sin romper ni producir dolor, la adrenalina no siempre permite el trauma. Hay dudas, preguntas, a veces miedo. El otro, si lo hay, es la primera preocupación, una reacción deseable de una persona que todavía valora más la vida por encima de los materiales. *** Reconociendo los daños se procura al responsable, hay una ráfaga de preguntas lógicas con las que bien podría acribillar. Hay confusión, reina el interés, se alzan las palabras, hay estirones y empujes, el dinero es el móvil. Casi nadie dice: “Gracias a Dios”. Tragedia vial a la espera del desenlace. **** Una autoridad se acerca a esperar el mejor postor, se alzan las ofertas, la falsa tranquilidad, una integridad ambivalente, ojos que observan a la espera de pala